La pregunta del millón

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Generalmente, cuando decidimos introducirnos al emocionante camino del emprendimiento, solemos tener dudas como: ¿Qué precio ponerle a este producto? ¿Cuánto cobrar por mi servicio? ¿Estoy cobrando muy caro, muy barato o es el precio justo? Todas estas dudas llegan a nuestra cabeza, haciéndonos muy difícil este proceso y, en algunas ocasiones, por falta de asesoría, decidimos establecer un precio parecido al que todos tienen en el mercado, o en algunos casos, ponemos costos más bajos a la competencia con la idea “es que es para vender más”.
Sin embargo, cuando llega el momento de obtener la utilidad de nuestras ventas, descubrimos que estamos ganando muy poco o en el peor de los casos, quedamos en cero.
La pregunta del millón es, ¿Cómo puedo determinar el precio de mis productos o servicios y tener la utilidad que deseo?…
Uno de los puntos más importante al establecer precios es identificar cuánto nos cuesta hacer el producto y con respecto a ello, aumentar el porcentaje que queremos tener de utilidad. Sin embargo, nadie nos enseña en la vida cotidiana que el costo real de nuestros productos no solo es la cantidad que nos cuesta la materia prima, sino que, también se debe incluir el costo de mano de obra, costo del internet, del agua, de la luz, de la publicidad, del pago de la renta del establecimiento, la gasolina, gastos en papelería, impuestos, seguros, gastos de envió, entre otros.
Entonces, ¿qué hacer si mi costo queda arriba de la competencia o es parecido? Crea un proceso de construcción de marca auténtico, es decir, genera un branding en el que logre establecer buenas relaciones con tus clientes y des a conocer tu valor de marca, pues, uno de los puntos más importantes para una marca es cómo es percibida por los demás, si esto no fuera así, no existieran marcas que venden lentes de $50 pesos y otras que venden lentes en $5 000 pesos.
Por: Rosa Figueroa
Porta Creative